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Tintero de loza. España, s.XVIII. Colección Ángel Alcázar |
El tintero ha sido desde antiguo un instrumento de trabajo sin otra pretensión que la de resultar práctico. En el artículo precedente comento la súbita derivación que tuvo, sobre todo en el s. XIX, como objeto decorativo, llegando a significar un detalle de lujo y ostentación en las casas, y comento las razones para que así ocurriera. Al margen de aquella tendencia, las escribanías y tinteros recuperaron en el s. XX, toda la seriedad que les acompañó en tiempos antiguos. Los tinteros prácticos y austeros proliferaron gracias al desarrollo del comercio y las comunicaciones. Jamás hubo tantos tinteros en el mundo como en el s. XX, ni volverá a haberlos. La industria encontró en la baquelita y la ebonita unos materiales perfectos para fabricarlos, con diseños simplificados gracias a la estética art déco reinante. El bajo precio, la ligereza de peso, la inalterabilidad de aquellos materiales lavables, se hicieron con el mercado europeo y americano, que veía llegar una floreciente primavera de oficinas.
La fabricación a base de moldes permitió aplicar ingenios de tapas deslizables y compartimentos para las plumillas y los mangos. Todo podía ser perfectamente acoplados y ajustado, con un mínimo de mano de obra y una inventiva a pleno rendimiento. El concepto del diseño aparecido en las tendencias modernistas del s. XIX, tuvo su consolidación, aunque con líneas bien distintas, en el art déco del XX, tan propicio para la fabricación industrial.
Tintero de baquelita. España, s. XX. Colección Ángel Alcázar |
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ResponderEliminarLos nuevos tinteros utilitarios, los de esta primera docena de años del s.XXI, se llaman cartuchos y plotters. La supervivencia de la estilográfica, y toda su comparsa de elementos no deja de ser el resultado de una mirada retro, algo "vintage", hacia los queridos tiempos anteriores, siempre más románticos por naturaleza. No obstante, de seguir el camino que está trazado, se perderá por completo el uso de la tinta en los domicilios particulares en cualquiera de sus soportes. Esto me hace pensar, como aficionado a los materiales de escritura, que estamos viviendo una nueva era no utilitaria en la fábrica de nuevas colecciones de estilográficas y afines, cuyo principal objeto es ser contemplados y no utilizados.
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